sábado, 29 de septiembre de 2007

LAS MEDALLAS DEL DIABLO (El doping en el deporte de la RDA y más)











De Heidi a Andreas. De mujer a hombre...
(ARTÍCULO ACTUALIZADO)

Reinaldo Cedeño Pineda

Me asomo consternado a mis recuerdos. Resulta que lo que ví no fue lo que ví, que las piletas y las pistas, eran un realidad una farsa???.

Tal vez fuera el deslumbramiento: 1980: Moscú, la Olimpiada del osito Misha. ¿Qué le importaba a un niño que unos cuantos no hubieran querido ir, si de todas formas el espectáculo era grandioso?. Aquella cita fue un dual meet entre la Unión Soviética (80 medallas de oro) y la República Democrática Alemana (47).

Recuerdo aquellas piscinas y las ondinas alemanas barriendo el podio: Bárbara Krause, Rica Reinisch, Petra Schneider…. ¡Que marcas, Dios¡ Nadie les podía ganar.

¿Cómo olvidar la final de la bala con Ilona Slupianek? Aquella mole alemana lanzó el implemento hasta los 22,41 metros y lo decidió todo. Ahora una o dos tiran más de 20 metros. Sobran los dedos de la mano. Antes era un festival...




 (Esta era Jarmila Kratochvilova.. recordista mundial aún de los 800 metros) 

Con todo, mi favorita era la corredora Marita Koch. Ganó claramente la vuelta al óvalo con aquel paso demoledor, por delante de Jarmila Kratochvilova, a quien luego apodarían “La locomotora checa”

¿Quién se iba a imaginar que las dos locomotoras llegarían a lo que llegaron? ¿Cómo pudieron hacer, la checa el meteórico, 1.53.28 en 800 metros y la Koch, el galáctico 47.60 en la vuelta al óvalo?

Nadie ha podido rozarlas siquiera en un cuarto de siglo. Son marcas malditas.

¿Es que ya el mundo no da atletas de esa talla?

“Parecen hombres”, comentó mi padre. Incómodo, porque osaba criticar a mis ídolos, le espeté desafiante “son estrellas”… Y seguí viviendo aquel sueño. Lo parecía, sólo que era un sueño diabólico.

Ahora resulta que aquellas tres palabras no estaban bien interpretadas. Al parecer las siglas RDA estaban más próximas a República del Doping Alemana.

El deporte era un  mecanismo de propaganda y los deportistas, ejecutantes sometidos a una experimentación a gran escala. Había presiones de todo tipo, pero bien disfrazadas. La alta preparación de algunos  deportistas alemanes ... era un fraude.

El sistema de manipulación era tan meticuloso, que los deportistas de la RDA nunca dieron positivo en el extranjero. No fueron detectados con las pruebas antidoping de los años setenta y ochenta, que nada tenían que ver con las actuales. Se dice que  desarrollaron drogas no incluidas (en su momento) entre las sustancias prohibidas, pero igual de estimulantes.

Cada día, mientras comparo las competencias actuales, con aquellas de un cuarto de siglo atrás, más me convenzo de la trampa. Y la lectura de los artículos sobre el tema, no dejan dudas

Valga sólo una muestra. En el  mundial atlético, Osaka 2007, la impulsión de la bala lo ganó la neozelandesa Valerie Vili (20,54)... Con esa marca, apenas hubiera ocupadole sexto puesto en Moscú 80, entecedida de una embajada de la Europa ex socialista: dos alemanas, dos rusas y una búlgara

¿Quién paga esa estafa? ¿Quién rescata esas marcas?

¿Cuántas de las más de cuatrocientas medallas olímpicas de la RDA,entre 1968 y 1988, fueron obtenidas sin ayuda del doping? Se sabrá alguna vez?

Me asomo consternado a mis recuerdos cuando leo que según un estudio de la Universidad Humboldt de Berlín, más de diez mil atletas de la ex RDA fueron sometidos a “doping de estado”.

EL CASO ANDREAS

El caso de la ex balista, Heidi Krieger parece el de una novela de ciencia ficción, pero es dolorosamente real.

Desde los 16 años fue sometida al consumo planificado, creciente y obligatorio de las fatídicas “pastillas azules”, el Oral Turibanol. Era este un esteroide androgénico fabricado en secreto por los laboratorios de la RDA. Así afirma más de una publicación.

¿Por qué negarse si sus entrenadores le decían que eran vitaminas y minerales, para su recuperación?

Los efectos masculinizantes no se hicieron esperar.

«Llegaron a controlar mis menstruaciones y los músculos se me desarrollaron extraordinariamente. Me parecía cada vez más al muñeco de Michelín. Crecieron mis hombros y mis piernas, me salio pelo en la cara y en el pecho y mi voz se hizo cada vez más grave… El doping me hizo cambiar de sexo», declaró al The New York Times.

En 1989 ya era campeona europea juvenil de disco y peso, pero sus dolores agudos en pecho, espalda y caderas eran insoportables. Debió abandonar el deporte activo; pero parecía y sentía como un hombre. Cuando le comentó al doctor sus intenciones de cambiar de sexo, éste pensó que quería hacerse… mujer.

En 1998, Heidi se sometió a la cirugía de reasignación de sexo y hoy se llama Andreas. Existe una medalla con su nombre que se otorga a los atletas que luchan contra el doping.

Puede creerse que es un caso singular, pero resulta apenas un eslabón de la cadena del horror.

En el 2004, 175 víctimas recibieron casi diez mil euros de compensación. Dos años después tras un largo juicio, 167 deportistas de la ex RDA fueron reconocidos como víctimas e indemnizados con 9.250 euros… pero la salud y la vergüenza para algunos ya no tiene vuelta.

La estelar Bárbara Krausse, ex campeona olímpica y mundial de 100 y 200 metros libres, tiene dos hijos deformes. Su compañera Andrea Pollack tuvo un aborto. La célebre corredora Katrin Krabbe perdió en 1994, el hijo que esperaba.

Algunos especialistas afirman que la administración de hormonas masculinas ha provocado alteraciones ginecológicas, incluidos encogimientos del útero, con alteraciones al feto.

Otra campeona de Moscú, la ondina Petra Schneider, sufre del hígado y el corazón. La nadadora Rica Reinisch declaró públicamente que le habían administrado esteroides en forma disimulada y hoy tiene quistes ováricos.

La mismísima Kornelia Ender, ganadora de cinco medallas en los Juegos de Montreal 76, reconoció la posibilidad de haber consumido sustancias prohibidas… pero sin saberlo.

El diario Berliner Zeitung reveló que en un control antidopaje realizado por las autoridades de la RDA en Bonn, en 1989, a Kristin Otto, Daniela Hunger, Dagmar Hase y Heike Friedrich, las reinas alemanas de las piscinas de los mundiales de los ochenta y los Juegos de Seúl 88, “superaron hasta seis veces los niveles permitidos de testosterona”, la hormona masculina.

Se afirma incluso que algunas atletas germanas y otras de Europa del Este, llegaron a quedarse embarazadas por inseminación artificial dos meses antes de las competiciones. La secreción de hormonas para favorecer el crecimiento del feto les permitía hacer las mejores marcas en el torneo o campeonato. Un sencillo aborto terapéutico acababa con el proceso. Será cierto o es propaganda negra?

Uno de los escándalos más sonados fue el de las corredoras Katrin Krabbe y sus compañeras Silke Moeller y Grit Breuer. Las muestras de orina de las tres atletas eran… iguales. Se usaba el suministro de un “donante” y esta era la muestra enviada al laboratorio. Podía esconderse en una pera, que era accionada en su momento.

La ex velocista y saltadora Inés Geipel pidió avergonzada a la Federación Alemana de Atletismo que borrara sus marcas.

Marita Koch, a tantos años de su récord, aún sigue dando explicaciones:

"Yo no me dopé adrede ni tomé algo que en aquel entonces hubiera estado en la lista de sustancias prohibidas. Pero en 2000, eché un vistazo a una lista actualizada que, por ejemplo, mencionaba vitaminas. No puedo descartar que las hayamos tomado en algún momento", ha señalado.

El profesor Werner Franke, experto en doping de la ciudad alemana de Heidelberg, piensa de manera categórica: “Marita Koch utilizó el esteroide Oral Turibanol a gran escala entre 1981 y 1984”.

Lo cierto es que en la actualidad bajar de los 49 segundos en 400 metros es casi un milagro.

Es cierto, el doping no fue exclusivo de la RDA ni del atletismo, pero esos años ochenta fueron “la época dorada” del doping con su cima. Los casos del corredor Ben Johnson (Canadá) en Seúl 88 y más adelante el de la velocista Marion Jones (Estados Unidos) son dramáticos.

Las detecciones de uso de sustancias ilegales en ciclistas, peloteros, futbolistas y pesistas en los años actuales (con todo y las técnicas super modernas) así lo demuestran.



La temprana muerte de la velocista norteamericana Florence Griffith-Joyner y sus MARCAS CASI MASCULINAS  (10.49 en 100 metros planos y 21.34 en 200), son altamente sospechosas.

El caso de la martillista rusa Tatiana Lysenko, es uno de esos fatídicos ejemplos.Y el de Aksana Miankova que al parecer le ganó al cubana Yipsi Moreno en Beijing 2008, a base de trampa.

Para algunos especialistas, esas marcas mundiales del atletismo, jamás serán batidas en condiciones normales. Se ha propuesto la congelación de los topes universales realizados hasta 1988, e incluso declararlos récords del siglo veinte y comenzar de nuevo… pero nadie acaba de ponerle el cascabel al gato.

Son las huellas de un sueño diabólico, de un diseño que sólo pensó en la medalla, nunca en el ser humano.

martes, 25 de septiembre de 2007

YO ESTUVE A UNOS CENTÍMETROS DEL RÉCORD DEL MUNDO (el de Javier Sotomayor)













REINALDO CEDEÑO PINEDA

La tarde avanzaba imperturbable, aquel 23 de febrero de 1986. Los aficionados al atletismo, los más fieles, nos quedamos para la última prueba: el salto de altura. Las expectativas apuntaban a un joven que desafiaba el futuro...

El Memorial Barrientos -tradicional torneo de campo y pista- había iluminado el óvalo del estadio de Santiago de Cuba, pero en el ambiente se intuía la tensión de algo grande, todo parecía detenerse.

Bajé de las gradas con cierto aire de hipnosis y osadía. Nadie me detuvo, cuando salté la verja separadora, me escurrí por la puerta camino al estadio, crucé la pista Y me detuve en la grama, lo más cerca posible del área de salto.

La varilla me parecía infinita, francamente imposible… pero no sé por qué, creía en este joven, Javier Sotomayor Sanabria.

Es verdad que era ya el recordista nacional (2,34 metros) desde un año antes, que había dejado atrás al campeón panamericano de Caracas 1983, el también cubano Juan Francisco Centelles… pero todavía su nombre estaba por hacerse en las grandes lides.

Tal vez se haya resquebrajado la disciplina en aquella ocasión, mas público, entrenadores y deportistas se habían transformado en uno solo, en un pequeño grupo de apasionados y curiosos sobre el césped.

Un juez nos ordenó retirarnos unos pasos, pero tal vez no advirtió que sólo me separaba unos centímetros, o la evocación me anda poniendo las cosas más cerca….

Tal vez, pero no había Dios que lograra arrancarme de allí.

La suerte estaba echada.

Javier Sotomayor tomó la carrera de impulso. Desde el fondo de la pista lo vi avanzar con una sola decisión en los ojos, y en las piernas. Se detuvo para hacer el despegue, vi la pisada fuerte; mientras yo aguantaba la respiración. Hice un ademán instintivo de saltar, alcé los brazos, como si aquello pudiera ayudarlo.

Transcurrió un instante, una eternidad.

El cuerpo retó la gravedad, la varilla se movió ligeramente de un roce… pero no cayó. En el colchón, de espaldas sólo había felicidad, y al levantarse, una mezcla de incredulidad y alegría incontenible asomaba en su rostro.

Aplaudí con pasión. En un momento, lo busqué y le extendí la mano, mano de campeón. Javier Sotomayor se había convertido en el nuevo recordista mundial juvenil en salto de altura con 2,36 metros.

Aún me quedé un momento más, conmocionado… y cuando regresé, la noche se me echó encima.

Desde entonces supe que Sotomayor iba a llegar lejos, muy lejos y no tuve que esperar mucho para ver cumplido mi oráculo… que por supuesto, a esas alturas, no era sólo mío. Ese mismo año, en la cuna del olimpismo, Atenas y en el mundial de su categoría, se ratificó como el mejor prospecto al obtener la medalla de oro... pero

Lo mejor, estaba por llegar.

El 9 de septiembre de 1988 en el estadio de Salamanca, España –que hoy lleva su nombre-, Sotomayor se convertiría en recordista absoluto del planeta cuando saltó 2,43 metros, apenas la primera de sus marcas del mundo.

Cuando llegó la temporada de su dominio universal -los campeonatos panamericanos, la Olimpiada de Barcelona´92 y los mundiales-, el cubano estaba en boca de todos.

Sin embargo, siempre me quedó en suspenso aquel día, aquella tarde en que un joven con historia por hacer, había franqueado un récord del mundo… a sólo unos centímetros de mis ojos.

Récords del mundo en salto de altura (desde 1980)

2,35 metros Dietmar Moegenburg (FRG) Rehlingen, RFA 26-05-1980
2,36 metros Gerd Wesseieg (GDR) Moscú, URSS 01-08-1980
2,37 metros Zhu Jianhua (CHN) Pekín, CHINA 11-06-1983
2,38 metros Zhu Jianhua (CHN) Shanghai, China 22-09-1983
2,39 metros Zhu Jianhua (CHN) Eberstadt, RFA 10-06-1984
2,40 metros Rudolf Povarnitsing (URS) Donetsk, URSS 11-08-1985
2,41 metros Igor Paklin (URS) Kobe, JAPÓN 04-09-1985
2,42 metros Patrick Sjoeberg (SUE) Estocolmo, Suecia 30-06-1987
2,43 metros Javier Sotomayor (CUB) Salamanca, España 08-09-1988
2,44 metros Javier Sotomayor (CUB) San Juan, Puerto Rico 29-07-1989
2,45 metros Javier Sotomayor (CUB) Salamanca, España 17-07-93